1. La altura: Jugar en Quito es complicado por el ritmo vertiginoso que siempre propone Ecuador. Perú aguantó los primeros 45 minutos pero se quedó sin aire en la segunda mitad. La altura no es un mito y la selección la sintió conforme fue pasando el partido. De hecho, el mismo Markarián reconoció que la altitud “pesó mucho” y que no tuvieron “la mejor respuesta”.
2. No hubo marca en el medio: En un partido en el que el rival iba a salir a avasallar era muy arriesgado jugar con un solo hombre neto de marca. Más allá de su enorme despliegue físico, el solitario Edwin Retamoso no fue suficiente para contener las arremetidas ecuatorianas. Ni Carlos Lobatón en el primer tiempo ni Michael Guevara en el segundo apoyaron de manera decidida la labor de contención del volante de Cienciano, que al final terminó desbordado por los ecuatorianos.
3. Porque de visita se puede jugar distinto que de local: Markarián tomó riesgos y se animó a jugar con los llamados “4 Fantásticos” en la altura de Quito. Prescindir de uno de ellos podría haber significado sumar a un hombre de mayor vocación defensiva que ayude a los volantes centrales o a los laterales –Revoredo y Vílchez-, que siempre se vieron sobrepasados en el mano a mano. El punto fuerte de Ecuador está en el juego por las bandas. Y Perú nunca lo pudo controlar.
4. Los cambios no funcionaron: Advíncula (ingresó por Farfán) no fue bien alimentado, no recibió pelotas limpias para aprovechar su mejor arma –la velocidad- y terminó siendo intrascendente. Guevara (reemplazó a Lobatón) nunca se enchufó en el partido, no aprovechó su técnica y buen pie para los pases largos y es muy poco lo que aportó tanto en ataque como en defensa. Chiroque (entró por Pizarro), más allá de sus ganas, se vio sobrepasado por la superioridad física de los ecuatorianos, aunque tuvo la más clara para el equipo peruano.
5. No generó opciones de gol: Perú tuvo muy pocas oportunidades de marcar en el arco del ecuatoriano Banguera: un buen remate de Paolo Guerreroque salió ligeramente desviado y una veloz arremetida de William Chiroque que fue finalmente controlada por la defensa rival fueron las más claras de la selección peruana. No hubo más. Y así era prácticamente imposible soñar con un buen resultado.
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